VIERA VIDENTE CAN BE FUN FOR ANYONE

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Jung ha dado una versión individual de algunos procedimientos intuitivos de tipo “mágico”, pertenecientes al ámbito de las prácticas ocultistas. En su estudio sobre la interpretación de la naturaleza y la psique,14 investiga lo que él denomina “coincidencias significativas”, estableciendo la existencia de un principio de conexión acausal en igualdad de derechos con el de causalidad. Jung opina que ese aspect desconocido que se presenta –tal como lo confirma la experiencia extrasensoria– liberado del marco tempo-espacial, podría tener un fundamento arquetípico­ y elige para nominarlo el término sincronicidad.

       El ocultismo –escribe Amadou en su notable ensayo sobre el tema– es el conjunto de las doctrinas y de las acciones fundadas en la teoría según la cual, todo objeto pertenece a un conjunto único y posee con todos y cada uno de los elementos de dicho conjunto relaciones necesarias, intencionales, no temporales y no espaciales.16

El triunfo del “Logos” sobre el “Mythos”, de la visión racional sobre la visión indivisa; “la caída” en lo condicionado y en la existencia separada, que cierra al hombre las puertas de la infinitud, atormentaron siempre a Gerardo.

El hombre debe transformarse, de lo contrario la revolución y el progreso serán la continuidad modificada de un estado de confusión y de caos. Debe comprender que la evolución inside es posible y que existe un significado más allá y por encima del significado corriente de la vida.

La antigua notion de que el hombre refleja y contiene el universo, de que es un ser compuesto que participa en todos los niveles de la procesión divina, que reviviera Plotino y que Boheme tomara de los cabalistas, cobró essential importancia en la filosofía romántica. La concepción orgánica de la naturaleza extendió esta doctrina a todos los objetos que componen el mundo, y al insistir en la diversidad infinita y en la unidad esencial del universo, postuló la gran ley de las correspondencias,­ según la cual, el microcosmos y el macrocosmos se relacionan y se enlazan por analogías de orden­ cualitativo sólo aprehensibles por la intuición, capaces de conciliar lo múltiple y lo Uno.

Se desciende a los abismos interiores, a las profundidades del Ser; como dice Ricarda Husch, se colma en gran medida la conciencia con el contenido de lo inconsciente. Frente a la multiplicidad de la visión ordinaria, se exalta el deseo de retornar al reino de la no-individualidad, por hallar –como quería Novalis– “el camino que lleva a casa”.

El poeta se impone, entonces, una riesgosa aventura. Debe internarse en lo más profundo de su ser, pero sus métodos de acceso –a diferencia de las vías contemplativas de despojo gradual– son ensayos anárquicos­ con “temporadas de infierno”. Su testimonio escrito responde a la vida profunda, se nutre en los sueños y en los automatismos inconscientes y, al tender los puentes más maravillosos entre los objetos del cosmos, ofrece una imagen fragmentada de esa reali­dad esencial que escapa a la percepción ordinaria.

La Cábala y el cristianismo constituyen las fuentes de la enseñanza teórica de Martínez de Pasqually. Sus discípulos consideran al hombre como un ser limitado y depressing por haber pretendido igualar a Dios erigiéndose en demiurgo. Este drama no cesa y se renueva en el espíritu humano. El hombre debe intentar la reconciliación con Dios para lo cual, la orden marti­nista ofrece a sus adeptos la práctica de ciertas operaciones mágicas, que hacen posible la obtención de un bien espiritual inefable y misterioso.

Hay una vida superficial que mira hacia afuera y se nutre de la apariencia de las cosas y hay otra vida interior generalmente vaga e imprecisa que presiente dentro de sí misma un nivel exceptional de realidad. Cuando predomina la visión extravertida, el hombre no es más que el fariseo capaz únicamente de un entendimiento literal. Un ser en estado de sopor, que elogia, que teme, que presume y que sólo actúa por la satisfacción del mérito o la alabanza.

Rimbaud odia al “hombre de la superficie”, a los superfluos y vacíos, a los idiotas autosuficientes que pretenden saberlo todo y que no son más que vanidosos proyectos. Experimenta náuseas por los imprescindibles, por los satisfechos; embiste contra la seguridad y la respetabilidad y desprecia a los funcionarios y a los escritores que “juntan una parte del fruto del cerebro” y acumulan “los productos de sus inteligencias miserables proclamándose autores”.

Para el hombre arcaico, ese hombre que describen los mitologemas y que se mueve fuera de las culturas historiográficas en una supuesta dimensión intemporal, la realidad se inscribe en un solo orden. No existen para él dos imágenes del mundo, sino una. La conciencia mítica que permite al hombre original soldarse con los ritmos de check these guys out la naturaleza, genera una imagen ensanchada de lo true.

Como pensaba Bergson, se generate un contacto unitivo con el impulso central de la actividad common. Desde ese indescriptible punto de mira, el mundo se ofrece bajo otra faz que la creada por la experiencia sensomotriz, pues en última instancia las diversas imágenes del mundo se articulan de acuerdo con las rectificaciones sucesivas operadas en la conciencia.

Sin embargo, ni el animismo tyloriano ni la mística levybruhliana ofrecen respuestas definitivas al origen de las creencias. Ambas teoríto be a pesar de sus aspectos positivos pecan de culturocentrismo y permanecen de algún modo aprisionadas en los prejuicios racionalistas. “Como buenos positivistas –escribe Mircea Eliade– Tylor y Frazer consideraban la vida mágico-religiosa de la humanidad arcaica como un conjunto de ‘supersticiones’ pueriles: frutos de miedos ancestrales o de la estupidez ‘primitiva’.

Tener imaginación, escribe Mircea Eliade –calificado como pocos para avanzar en el conocimiento de los símbolos– es ver el mundo en su totalidad, porque la misión y el poder de las imágenes es hacer ver todo cuanto permanece refractario al concepto.

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